jueves, agosto 17, 2006

Buscando mayor claridad

Para conseguirlo, voy a transcribir el texto total al que corresponde el fragmento de "About me".

Sin ninguna modestia, creo que este razonamiento realizado es impecable, pero también lamento confesar que no me es en absoluto aplicable. ¿Por qué lo digo? Sencillamente porque he vivido escondido como una rata cuyo manjar favorito eran los libros, gozándolos sin descanso como si se tratara de los cuerpos constantemente renovados de mujeres hermosas, si se me perdona, manera un tanto cruda de expresar lo que suele llamarse placer intelectual. Por lo tanto, llego tardíamente a la definición que hice en un principio, y a mis setenta y cuatro años, aunque arrepentido por no haberlo hecho antes, ya sin demasiadas ganas de poner en ejecución mi propia teoría.
Por si todo esto fuera poco, quiero tener la suficiente valentía como para decir, que ni las hazañas de los héroes ni las perversas acciones de los malvados de la ficción, ni las sublimes visiones y los dorados paraísos de los poetas, me han servido para evitarme cometer los mismos errores que son habituales en el común de los mortales. (No me refiero a errores gravísimos pero sí lo suficientemente molestos.)
En otras palabras, no he sido mejor ni peor de lo que hubiera sido un completo ignorante.
Tampoco las agudas y profundas reflexiones de la filosofía, me han ayudado dándole a mi inteligencia la suficiente elasticidad y profundidad, para prevenirme de las circunstancias adversas, o para ante ellas, actuar con la soltura necesaria y la mesura indispensable -sobre todo sin sobreactuar internamente mis propias angustias para superarlas rápidamente-. Posiblemente, Kant opinaba con mucha certeza al decir que “la utilidad mayor y acaso única de toda la filosofía de la razón pura es, después de todo, meramente negativa, puesto que sirve, no como órgano para la ampliación del conocimiento, sino como una disciplina para su delimitación, y en lugar de descubrir la verdad, tiene sólo el mérito de evitar el error”. En cuanto a evitar el error, lo reitero, tampoco he tenido demasiado éxito.
No se interpreten mis palabras como un aliento para negarse a la riqueza de todos los conocimientos y dejarse sumergir mansamente en la ignorancia. Simplemente, hay que aceptarlo, los libros como muchas otras cosas, no causan el mismo efecto en todas las personas. De la misma forma que un medicamento puede provocar una mejoría mágica y veloz en unos, y pasar absolutamente inadvertida o hasta resultar contraindicado en otros organismos.
Sólo me falta decir que a pesar de todas mis aclaraciones, no he perdido el fervor -acaso debería decir, el amor- por todo lo que significa la pródiga literatura. Y agregar que me permito insistir en recomendar -casi diría en rogar - al menos prevenido y al más avisado, que sigan mi ejemplo y se conviertan sino en ávidos lectores, al menos en periódicos frecuentadores de libros. Es probable que tengan más suerte que yo, y saquen de ellos mucho más que algo para embellecer la memoria e ilustrar el recuerdo.

No hay comentarios.: